viernes, 28 de junio de 2013

Un Maserati diésel, ¿están locos?

La proliferación del diésel ha hecho que una marca históricamente asociada a las prestaciones y al lujo como Maserati haya decidido a adoptarlo para que los resultados a final de año reviertan. Lo primero que pensé al ver el nuevo Maserati Ghibli no fue su diseño, las cualidades de su motor, esa caja de cambios de ocho velocidades, el confort de su interior o, incluso, el dichoso motor impulsado por gasóleo, no. Fue: ¿este coche le va a hacer mucha pupa al Quattroporte? Está claro que Maserati sabe que la guerra con las marcas alemanas en el segmento de lujo (Serie 7, Clase S, A8) la tiene perdida, por eso busca con este coche que las ventas den un vuelco total, pero un escalón más abajo.


Marcas como Porsche o Jaguar recibieron el motor diésel con la misma ansiedad que el naufrago divisa un barco. Gracias a la venta de Cayenne o XF, se pueden seguir sacando maravillas como el Jaguar F-Type o mejorar el mítico Porsche 911. Puede que a los fanáticos de la marca les pueda parecer un sacrilegio pero a los dirigentes les preocupan poco los sentimientos de los tifossi porque de lo que se trata es de llegar a fin de mes no justo, sino sobrado. Antes de poder recorrer a bordo del nuevo Maserati Ghibli los 100 metros de la pasarela de Autobello 2013 donde desfiló y conquistó, un responsable de ventas de la marca me aseguró que el diésel supondrá el 80% de las ventas de este coche. Sí, ¡el 80%! es una pasada pero es la realidad...


Dentro de poco cuando Maserati presente las últimas novedades de los Gran Turismo o, en concreto, de MC Stradale podrá haber sido, en parte, por esos compradores que quisieron combinar el llevar un tridente en el morro y pasar poco por la gasolinera. Parece un poco contradictorio que alguien que se gasta 80.000 euros en un coche le importe esto, ¿no? Pues estás equivocado porque también le importa.
En mi TL de Twitter, al subir las primeras fotos del coche a muchos les recordaba a un Hyundai, creo que son comentarios exagerados y con un toque mordaz porque, aunque el Ghibli no es ni de lejos el Maserati más bonito de la historia, sí que tiene en sus rasgos ese ADN propio de la marca.



Muy pocos han tenido la oportunidad de conducirlo por lo que estoy ansioso de leer las críticas pero seguro que el coche tendrá esa doble personalidad o vertiente de todo buen Maserati: un mal bicho cuando hundes el pie en el acelerador mezclado con el mejor compañero de ruta si lo que quieres es hacer kilómetros y kilómetros.

martes, 25 de junio de 2013

Accidente mortal, ¿se debe parar una carrera?

Cada año sigo las 24 Horas de Le Mans con pasión desatada. Cuando era pequeño la película del gran Steve Mcqueen solía estar puesta de fondo en mi casa por la también pasión desatada por los coches que tenía y tiene mi padre. Los últimos tres años (este no, por motivos evidentes) los viví en directo en el circuito y es una experiencia que todo aficionado al motor y a las carreras debe hacer al menos una vez en la vida.

El montaje de Audi en Le Mans es sencillamente espectacular. La inversión que hace la marca para que todo allí sea perfecto es difícil de explicar si no lo ves con tus propios ojos. Peugeot (hasta hace dos años) o Toyota (desde hace dos) también hacen sus esfuerzos pero no como Audi. Todo esto viene al caso por la última tragedia que hemos vivido en el circuito de la Sarthe con el fallecimiento en pista tras accidente del piloto de Aston Martin, Allan Simonsen. ¿Una carrera debe darse por concluida si esto ocurre?

Llevo dándole vueltas a este tema varios días, especialmente la noche del sábado pero una conversación por twitter de esta mañana entre Enrique Trillo, Cristobal Rosaleny, Patricia Sánchez y Borja Sanz me ha decidido a escribir este nuevo post. Te adelanto mi conclusión: Aston Martin debería haber dado por finalizada la carrera y aunque la familia de Simonsen pidió que el equipo no se retirara no puedes pedir, como manager, a un piloto que siga en carrera por motivos obvios y si eres piloto no puedes tener la imprescindible concentración que este circuito requiere para abstraerte y hacer como si nada hubiera pasado.

Me pongo en la piel de un piloto de Aston y cada vez que pasara por el lugar del accidente se me nublaria, como poco, la vista. Puede que mucha gente piense lo contrario que yo y es muy respetable, pero la decisión de Aston debió ser muy clara y directa: "Señores, recogemos y nos vamos de aquí a homenajear de otro modo a Allan". Entre otros motivos porque estás poniendo en juego la seguridad también de otros pilotos que cada vez que se cruzaran con un Aston Martin dudarían de la capacidad de reacción y concentración del piloto que va dentro del coche después de conocer semejante noticia.

Afortunadamente los accidentes mortales, prácticamente, han desaparecido de los circuitos pero un piloto cuando está dentro de un coche de carreras sabe que se está jugando el pellejo y en circuitos como en Nürburgring o Le Mans, más todavía. En todas las entradas o pases de circuito siempre hay una inscripción que lo dice todo: "Motorsport is dangerous".

DEP, Allan.

lunes, 17 de junio de 2013

¿Qué prefieres tecnología o sensaciones al volante?

Estos días he estado en Cascais (Portugal) probando el nuevo Citroën C4 Picasso, un coche que pega no uno sino tres saltos respecto al modelo anterior. Si te soy sincero ningún Picasso ha conseguido enamorarme nunca. No es el prototipo de coche que me compraría aunque eso no quita que no valore sus atributos. De la primera generación una relación calidad-precio, prácticamente, imbatible y por eso el éxito tan grande que tuvo. La segunda generación ya dio mayor importancia a la estética y al equipamiento, mientras que la tercera lo ha dado todo con la tecnología.


En esta nueva entrada en mi blog no pretendo hacer una prueba a fondo del coche porque ni realicé los suficientes kilómetros con él como para hacer una valoración exhaustiva ni tampoco es una rabiosa novedad que no haya salido en todos los medios especializados, con lo que en ambos aspectos iría tarde. Lo que sí que quiero hacer es establecer una discusión sobre la portentosa tecnología que hoy en día los coches equipan y si ésta es o no imprescindible para el día a día.

Cuando me subo al coche y después de haber ajustado asiento, espejos, volante y cinturón de seguridad y haber recorrido los primeros metros, lo primero que hago es encender la radio. Admito que no soy de los talibanes que nunca ponen sistema de audio para escuchar el motor. No altera ninguna parte de mi cuerpo poner la oreja sobre un TDI de VAG o HDI de PSA, por poner un ejemplo. Sí que me ha vuelto loco acelerar a fondo con un V12 italiano en un túnel pero eso es otra historia y una macarrada, por otra parte...


Volviendo a la tecnología, me ha llamado mucho la atención en este viaje que la mayor parte de los que allí estaban: periodistas ingleses, italianos o alemanes, tenían como principal motivación conocer cuánto tardaba su smartphone en conectarse con el coche, entre otras cosas. Me parece muy bien y muy respetable pero si a lo mandos eres un total peligro no sé si antes se habrán descargado una aplicación sobre cómo evitar accidentes.

Hoy en día los coches, sí que evitan o palian golpes segundos antes de que se produzcan o, cuando ya solo queda rezar, que la cosa no vaya a mayores. El C4 Picasso tiene un avisador de cambio involuntario de carril muy eficaz, un detector de presencia en ángulo muerto muy útil, detección de neumáticos poco inflados (el neumático, ese gran desconocido), iluminación estática de intersección o faros bixenón direccionables, control de crucero adaptable que mide la distancia en segundos con el vehículo que va delante, etc... Todo esto está fenomenal y cuanto más mejor, aunque haya que pagarlo porque una vida no tiene precio.


Sin embargo, llama mucho más la atención que el coche tenga una pantalla de 12 pulgadas. He visto películas o eventos deportivos en aparatos de menor tamaño, te lo aseguro y ahora va integrado en un coche. Es tan inmensa esta pantalla que los datos que ofrece como velocímetro, tacómetro o consumo de combustible también están en tamaño XXL. Incluso te da la oportunidad esta "tablet" para cargar fotos al más puro estilo "papá no corras". El C4 Picasso también ofrece la posibilidad de descargarte unas aplicaciones y trasladar tu móvil a él pero, ¿cuánta gente ha leído un correo electrónico, consultado Facebook o mandado un mensaje de texto desde dentro del coche? Te aseguro que si yo lo intento vomito al escribir la primera letra...



De verdad que la tecnología en el automóvil está fenomenal y es un reclamo estupendo para la clientela más joven que es la que tiene que comprar coches pero hasta cierto punto, ¿no? Os aseguro que se puede hacer un Madrid-Barcelona sin los asientos con función de masaje o sin un cojinete que sale del suelo para que estires las piernas... aunque si lo tienes, ¿por qué no vas a aprovecharlo? Pero, en mi opinión, lo que más me gusta es la respuesta del motor, el tacto del cambio, las sensaciones de la dirección, el apoyo en curva, la respuesta de frenada... y no que el maletero se cierre con un botón. Pero, como todo en esta vida, hay y debe haber gente para todo.

jueves, 6 de junio de 2013

Más vale que sobre...

Los coches enormes nunca han sido los que más me han llamado la atención. En mi caso empiezo a fijarme en ellos cuando mis necesidades familiares cambian. De pronto empecé a darme cuenta de que existían los SUV, los monovolúmenes pequeños y grandes, los coches familiares... y eso que llevaba años probándolos y escribiendo sobre ellos. Hay un momento en mi vida en el cual me empiezan a preocupar los maleteros en los que quepan más cosas que mi bolsa de palos de golf.

Un coche grande no tiene porqué ser obligatoriamente feo, es más, entre una berlina y una carrocería Avant, Variant, Wagon (o como diablos las llamen las marca) siempre me quedaré con las segundas. Es increíble el cambio que puede sufrir un mismo coche pasando de una carrocería a otra. Es el caso, por ejemplo, del VW Passat, Opel Insignia, Honda Accord o cualquier Audi... y no es el caso de desprestigiar estas opciones sino simplemente de una opción estética por la que me decanto.



Me hace mucha gracia cuando una marca te explica la filosofía de estos coches en concreto: "con ellos podrás sentir la deportividad al volante sin renunciar a esa vida deportiva que tanto te llena". Vamos, como si todos los días estuviera sacando y metiendo la tabla de surf, las bicicletas o los teledirigidos en lugar de a mis hijos para dejarlos en el colegio.

Pero aquí llego al tema central de este post: los coches enormes. ¿Cuáles son? Hay varios, pero uno que destaca especialmente: el Ssangyong Rodius. Sí, ese monovolúmen con más capacidad que un avión comercial... La primera vez que lo vi pensé: "Dentro caben dos Lotus Elise". ¿Y la estética? Su talón de Aquiles para todo el mundo excepto para sus orgullosos propietarios, aunque seguro que cuando eran más jóvenes no soñaron con un Rodius como su coche de diario. Y no nos engañemos, nadie cuando se pone a filosofar sobre su coche perfecto piensa en este mastodonte. El Rodius te lo compras porque tienes tres hijos o más, no cabes con ellos en ningún lado y tu economía no está como para decirle a tu mujer: ¿Y si tu vas en él y yo me compro un 911?



De todas formas es injusto pensar siempre en la palabra feo cuando del Rodius se trata. Ahora acaban de presentar la nueva generación y la cosa cambia tanto como hacer el camino de Santiago descalzo o con zapatillas. Su frontal ya no parece diseñado por alguien al que los coches le importaban lo mismo que a mi los programas de María Teresa Campos y el frontal ya no es aquél que diseñó el hijo de uno de los del equipo de diseño de Ssangyong. El pilar D ahora se ha convertido en uno de sus principales atractivos, lo mismo que los faros delanteros de nueva factura.



Por dentro, ahora es más grande (no es broma) con lo que la habitabilidad es, de nuevo, su principal fuerte. Detrás pueden viajar cinco personas sin tener que rozarse las piernas, hecho que se convierte en muy incómodo si uno va en pantalón corto o bañador. A los mandos, me siento Gasol (lástima que esta ya no sea su marca, él se lo pierde). Miro a todos desde una altura a la que pocos estamos acostumbrados. Las dimensiones del volante son como que una paella valenciana se queda en mera tapita de bar... Manotear con semejante circunferencia requiere la velocidad de manos de un carterista.
El motor de 155 CV funciona de maravilla (7,5 litros de consumo medio a los 100 km) y su rumorosidad ha descendido de manera alarmante, parece como si hubieran puesto una capa de hormigón sobre el bloque.



En carretera alcanzas velocidad de crucero sin sobresaltos, todo fluye de manera muy suave. En este caso es mejor optar por la caja automática, mucho más progresiva que la manual de seis velocidades que sacó el camionero que llevo oculto en mis bajos fondos. Pero la automática cuenta hasta con pulsadores en el volante o un gatillo por si quieres subir o bajar de marchas desde la palanca de cambios. A la hora de abrir el portón se caen al suelo 875 litros de capacidad, una barbaridad que te permitirá viajar con el aforo completo y las maletas de todos ellos. Y si ya quieres nadar de verdad puedes abatir la tercera fila y hacerte unos largos en los 1.975 litros disponibles. Ssanyong sabe que salvo excepciones, las familias numerosas no van sobradas por lo que pone el Rodius en el mercado a un precio fantástico de 25.280 euros. Además ofrece una serie de descuentos a los que seguro te puedes acoger.

No es el coche de mis sueños, no es lo que le recomendaría un soltero apasionado de las curvas y con alergia a los niños, pero sí a una familia que quiere disfrutar de un coche cómodo, espacioso, a buen precio y con una estética con la que ya no te señalan por la calle. Este coche lo vas a ver mucho por la calle y cada vez más.